jueves, 18 de diciembre de 2008

pág. 70 - el día a día del zoquete

"Esta actividad mental moviliza energía que no puede compararse con el esfuerzo que necesita el buen alumno para hacer bien los deberes. Nuestro mal externo se agota. Aunque lo quisiera (y esporádicamente lo quiere), no tendría ya fuerza alguna para ponerse a trabajar realmente. La ficción en la que chapotea le mantiene prisionero en otra parte, en algún lugar entre la escuela que debe combatir y la familia a la que debe tranquilizar, un una tercera y angustiante dimensión donde el papel que corresponde a la imaginación consiste en tapar las innumerables brechas por las que puede brotar la realidad en sus más temidos aspectos: mentira descubierta, cólera de unos, pesar de otros, acusaciones, sanciones, expulsión tal vez, ensimismamiento, culpabilidad imponente, humillación, taciturno deleite: tienen razón, soy nulo, nulo, nulo. Soy una nulidad.
Ahora bien, en la sociedad donde vivimos, un adolescente instalado en la convicción de su nulidad - y he aquí, al menos, algo que la experiencia vivida nos habría enseñado- es una presa. - pág. 70.

- Desde mi propia experiencia y de la vivida por otros compañeros, este fragmento dibuja sin lugar a duda el día a día del alumno zoquete: un niñ@ que no tiene tiempo de dedicarse a la tarea escolar, vive y se esfuerza únicamente en pensar nuevas excusas, razones, acciones para salir una jornada más de esa pesadilla que representa la escuela para él.

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